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To Brexit or not to Brexit: that is the question (la batalla de los "egos") (página 2)




Enviado por Ricardo Lomoro



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Dubious EU budget savings claims Vote Leave claims the UK sends £ 350m a week to the EU and an extra £ 20bn could be saved if the UK were to leave due to its EU budget contribution. Leaving aside the fact that £ 350m per week is £ 18.2bn and not £ 20bn, this refers to the UK"s gross budget contribution before accounting for its rebate and money it receives back. In reality the UK would save £ 9bn net (based on 2014 figures). It is perfectly legitimate to argue that much of this money is wasted (as we have done frequently) and would be much better allocated by the UK post Brexit. However, this also means it needs to be admitted if the UK is going to spend the money that currently goes to farmers and regions via the EU budget on other things. Would they scrap regional subsidies and agricultural support altogether? If not, then they should only speak about the net figure. To the credit of the Leave. EU campaign they attempt to do this, but use a net figure of £ 12bn. It is not entirely clear where this comes from, but it may be before the UK rebate is applied. Both sides will also have to engage with the fact that trade access may also require some budget contribution and there are limits to what the money can be spent on – so far it seems to have been spent many times over on the NHS, defence and innovation…

Brexit es, según numerosos estudios sobre los costes/beneficios, una pésima idea desde el punto de vista económico tanto para el Reino Unido como para el conjunto de la UE.

De avanzar hacia este escenario, se contemplan tres posibles alternativas: a) el soft Brexit, según el cual se cerrarían acuerdos económicos con celeridad, creando un espacio económico común; b) el acceso fácil al mercado europeo, pero con la pérdida de todas las ventajas de la ausencia de barreras no arancelarias c) la desconexión de todos los acuerdos comerciales que la UE tiene con el resto del mundo y el establecimiento de barreras no arancelarias para el Reino Unido.

Desde el punto de vista financiero, la salida de la Unión Europea impulsaría movimientos graduales desde la City londinense -el segundo mercado financiero del mundo detrás de Nueva York y actual centro financiero de la zona euro- hacia otras ciudades como Frankfurt.

Brexit impactaría notablemente en la visión del mercado interior, perdiéndose algunos de los contrapesos que aporta el Reino Unido con su enfoque liberal. España, hasta el momento ausente de este debate, podría jugar un papel destacado, pues aunque las relaciones políticas entre ambos países son de baja intensidad, la relación "people to people" (empresarial, de inversión, etc.) es muy intensa. Gracias a este sustrato estratégico estructural, España podría aumentar su protagonismo en un dossier clave.

Desde el punto de vista de la política interna británica, la posibilidad de su salida de la UE plantea, entre otras, la cuestión de hasta qué punto el gobierno británico podrá ser el abanderado del sí en el referéndum (que probablemente tenga lugar antes de 2017), en el caso de lograr avanzar en sus demandas, sin ser presionado en exceso por el ala euroescéptica de su partido, el UKIP y una opinión pública presionada por los tabloides eurofóbicos.

De entre las políticas que quiere renegociar David Cameron con Bruselas, las restricciones a la libre circulación de ciudadanos de la UE será una de las más problemáticas.

Desde el punto de vista comercial, ningún país no miembro de la UE tiene un completo acceso al Mercado Común sin aceptar a) libertad de movimientos y b) todas las regulaciones relevantes de la UE. ¿Por qué deberían otorgar al Reino Unido un mejor trato si abandonara las instituciones? Hay de tener en cuenta que el 10% de las exportaciones europeas van al Reino Unido, pero el 45 de las británicas vienen al resto de Europa.

Salir de la UE podría costarle al Reino Unido más de 300.000 millones de euros. El resto de los Estados miembro de la UE sólo experimentarían pérdidas económicas menores en caso de una salida. Pero las elecciones en la Cámara de los Comunes Británica podrían fijar el curso de una economía más resentida y sobre todo un revés político para toda la UE.

Si el Reino Unido sale de la UE en 2018 después de las elecciones de la Cámara de los Comunes el 7 de mayo de 2015 y un referéndum posterior sobre abandonar la Unión, esto podría tener consecuencias negativas a largo plazo para la vitalidad dinámica y económica del crecimiento del país. Por el contrario, las pérdidas económicas para Alemania y el resto de Estados miembro de la UE serían significativamente más pequeñas. Pero la conclusión final es que todo el mundo implicado perdería económica y políticamente si el Reino Unido dejase la UE (BREXIT).

Esta es la conclusión alcanzada por el actual estudio de Bertelsmann Stiftung en colaboración con el ifo Institute en Múnich. Es el primer estudio que examina las consecuencias de una salida del Reino Unido de la UE (BREXIT) no sólo para el Reino Unido, sino también para el resto de países de la UE.

Calcular los efectos económicos de una salida de la UE se asocia con muchas incertidumbres y debe tener en cuenta posibles periodos transicionales. Fueron desarrollados tres escenarios para estimar el rango de posibles efectos. En el caso más favorable, Reino Unido recibe un estatus similar a Suiza y aún tiene un acuerdo de comercio con la UE. En el escenario menos favorable, el país podría perder todos los privilegios comerciales surgidos de la asociación a la UE y sus acuerdos de libre cambio. En el año 2030 -12 años después de una posible BREXIT- se puede asumir que los efectos negativos habrán mostrado su impacto total.

Dependiendo del alcance del aislamiento de política comercial de Reino Unido, su producto interior bruto real (PIB) per cápita podría estar entre 0,6% y 3% por debajo en el año 2030 que si el país continuase en la UE. Si las pérdidas porcentuales se basan en valores de 2014, esto podría significar un PIB real per cápita que es 220 € menor en el escenario más favorable para Reino Unido. Con un aislamiento más riguroso, la pérdida de PIB podría resultar en 1.025 € per cápita. Si el comercio económico así como las consecuencias de la dinámica económica -como el debilitamiento del poder innovador y de Londres como centro financiero- se consideran conjuntamente, las pérdidas del PIB en el escenario no favorable podrían alcanzar el 14 por ciento. Si estas pérdidas porcentuales se basan en valores del año 2014, esto podría corresponder al PIB que está alrededor de 313.000 millones de euros por debajo para toda la economía nacional, o por debajo en torno a 4.850 euros per cápita. Posibles ahorros como la cancelación de pagos del presupuesto de la UE que actualmente ascienden a un total del 0,5% del PIB británico podrían no compensar las pérdidas económicas, incluso en el mejor de los casos.

Sobre todo, la salida de la UE podría aumentar los costes de comercio entre Reino Unido y la UE y reducir las actividades comerciales. La gravedad del impacto sería diferente para las industrias británicas individuales. Para la importante área de servicios financieros, se prevén pérdidas en valor añadido alrededor de un 5 por ciento en el escenario no favorable. Las industrias químicas, de ingeniería mecánica y automoción verán pronunciadas pérdidas en el valor añadido porque están fuertemente incorporadas en las cadenas de valor europeas. La industria química se enfrentará a los mayores descensos – casi un 11%.

Por el contrario, la pérdida de bienestar económico debido a BREXIT podría ser significativamente menor para Alemania y los restantes estados de la UE. Dependiendo del alcance del aislamiento político comercial de Reino Unido, el producto interior bruto (PIB) real de Alemania per cápita al considerar los efectos comerciales solo podrían estar entre el 0,1% y 0,3% por debajo para el año 2030 que si el país continuase en la UE. Según el PIB de 2014, esto corresponde a un PIB menor per cápita de entre 30 -115 euros.

Las industrias individuales podrían verse impactadas de forma diferente por niveles menores de exportación a Reino Unido. La industria del automóvil vería la mayor caída con un descenso de hasta el 2%. Además de la industria del automóvil, también las industrias de electrónica, producción de metal y alimentos verían recortes negativos. Considerando las consecuencias dinámicas, las pérdidas del PIB estimadas de Alemania estarían entre un 0,3% y 2%. En términos de la economía nacional de 2014, podría estar alrededor de 100 € per cápita (o 8.700 millones de euros para la economía total) para un nivel bajo de aislamiento de Reino Unido y en torno a 700 € per cápita (o unos 58.000 millones de euros para la economía total) para una pérdida de todos los privilegios comerciales de Reino Unido.

Los países europeos que podrían amortiguar las pérdidas medias anteriores debido a una BREXIT están encabezados por Irlanda, seguido de Luxemburgo, Bélgica, Suecia, Malta y Chipre. Además de las pérdidas de crecimiento económico, el resto de países de la UE tendrían que ajustarse a gastos mayores para el presupuesto de la UE. Por ejemplo, para compensar la pérdida de contribución financiera de Reino Unido, Alemania necesitaría pagar adicionalmente 2.500 millones de euros anualmente como el mayor contribuyente neto.

Para Aart De Geus, presidente y consejero delegado de Bertelsmann Stiftung, el estudio destaca la necesidad de abogar fuertemente porque Reino Unido permanezca en la UE: "Una BREXIT es un juego perdido para todos en Europa solo desde una perspectiva económica – particularmente para Reino Unido. Además de las consecuencias económicas, sería un revés especialmente amargo para la integración europea así como para el papel de Europa en el mundo. Establecer el curso para una BREXIT en las elecciones de la Cámara de los Comunes debilitaría la Unión".

La membresía de Reino Unido es de interés para británicos y europeos. El mercado único beneficia enormemente a la economía británica y la UE es de lejos el más grande socio comercial de los británicos, recibiendo más del 50% de las exportaciones de este país.

Alemania y Reino Unido se están convirtiendo en un nuevo eje europeo

La alianza germano-francesa, pilar del proyecto paneuropeo de la posguerra, está cediendo ante la crisis de la eurozona, el florecimiento del comercio bilateral entre Alemania y Reino Unido y la confluencia ideológica de la canciller Angela Merkel y el primer ministro David Cameron.

Esta confluencia ha pesado en la cumbre de la Unión Europea en Bruselas (de febrero de 2013), con el objetivo de acordar un presupuesto para el período 2014-2020. Aliados en la doctrina de la austeridad como vía para salir de la crisis, Reino Unido y Alemania han buscado una fuerte reducción a nivel presupuestario, una postura que los ha enfrentado a una alianza entre los países más pobres de la UE y Francia, que quiere proteger a toda costa los subsidios agrícolas.

En el comercio bilateral los números hablan. Según el Bundesbank, banco central germano, en los primeros nueve meses del año pasado el comercio entre Alemania y Reino Unido superó los 153.000 millones de euros (US$ 207.000 millones), dejando atrás al que Alemania tenía con Francia, que solo rozó los 150.000 millones (US$ 202.000 millones).

Con estas cifras Reino Unido se ha convertido en el primer socio comercial germano a nivel mundial, por delante no sólo de Francia, sino también de Estados Unidos (149.000 millones o US$ 201.000 millones) y China (115.000 millones o US$ 155.000 millones).

Un "repaso" a la prensa: El futuro de Europa: ¿regreso a la Europa de los "tenderos"?

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"Dos discursos, un artículo y el programa electoral recogen las exigencias del Gobierno británico para mejorar los términos de su relación con la UE de cara al referéndum"… ¿Qué quiere Cameron de Europa? (El País – 31/5/15)

A falta de una formulación más clara de sus peticiones, que no cabe esperar antes de la cumbre europea de finales de junio, para encontrar lo que Cameron busca en su recién iniciada negociación de los términos de la relación de Reino Unido con la UE, hay que acudir a cuatro fuentes: el discurso de Bloomberg en 2013 donde formuló la promesa de celebrar el referéndum; el artículo de Cameron publicado en el Sunday Telegraph el 15 de marzo de 2014; su discurso sobre inmigración del 28 de noviembre de ese mismo año, y el programa electoral de los conservadores. De esos textos se pueden extraer los siguientes puntos de su posición negociadora:

  • Restringir el acceso al sistema británico de prestaciones sociales a los ciudadanos de otros países miembros de la Unión Europea, para recortar la inmigración intracomunitaria. Esto es, según el programa electoral, un "requerimiento absoluto". En concreto, exigir que los ciudadanos de otros Estados miembros hayan trabajado cuatro años en Reino Unido antes de que puedan solicitar prestaciones; negar ayudas de búsqueda de empleo a ciudadanos de otros países de la UE, y expulsarlos del país si en seis meses no han encontrado empleo.

  • Reducir la regulación europea y devolver más poderes a los Parlamentos nacionales. Entre ellos, el de bloquear legislaciones europeas.

  • Crear mecanismos que salvaguarden los intereses de los estados miembros con monedas distintas al euro frente al riesgo de que las decisiones de la eurozona puedan perjudicarlos. Que la integración de la eurozona no vaya en detrimento de la del mercado común.

  • Exclusión de Reino Unido del compromiso, recogido en los tratados, de crear una "unión cada vez más estrecha".

  • Que la política de Defensa siga firmemente bajo control nacional británico.

  • Negar la libertad de circulación a los ciudadanos de futuros nuevos Estados miembros hasta que sus economías converjan con las de los miembros existentes.

  • Resistir los intentos de restringir las actividades legítimas del sector financiero. Proteger a la City de Londres de la legislación europea.

– A vueltas con el "brexit" (El País – 31/5/15) Lectura recomendada

Seis periódicos del continente unen fuerzas para aportar argumentos al debate sobre el encaje del Reino Unido en la UE

(Por Ian Traynor – The Guardian)

La palabra de la que más se abusa en Bruselas es "reforma". No hay un dirigente que no pida con urgencia la reforma de la Unión. Lo malo es que todos quieren decir cosas distintas.

Un líder alemán reclama reformas y está hablando de apretarse el cinturón. Y si es francés o italiano, querrá decir menos austeridad, más gasto público.

Y David Cameron, que envuelve su campaña para el referéndum en la necesidad de reformar la UE, se refiere a un nuevo acuerdo con Reino Unido; concesiones a su excepcionalismo, que los otros 27 países reconozcan la situación extraordinaria de los británicos en Europa y se adapten a ella.

En los argumentos, hasta ahora se ha puesto más énfasis en la forma que en la sustancia, en las características que podría tener ese acuerdo más que en sus consecuencias (que podrían incluir la eventual salida, el temido Brexit en su abreviatura en inglés). Se han centrado en los llamamientos a reabrir los tratados de la UE y cambiar las condiciones de pertenencia de Reino Unido, con un nuevo orden legal para consagrar ese estatus.

Todavía no está claro en qué consistiría el cambio, porque Cameron se ha mostrado deliberadamente vago sobre sus deseos, y prefiere estudiar lo que los demás -en general, cuando habla de los otros 27, quiere decir Angela Merkel- podrían estar dispuestos a ceder.

Su argumento es que es necesario cambiar los tratados por las repercusiones de la crisis del euro, que la eurozona necesita un giro radical hacia una mayor integración política y fiscal para sostener la moneda única. Por supuesto, no es sincero; pretende aprovechar la renegociación para revisar la situación del Reino Unido en Europa.

No va a haber grandes modificaciones de los tratados. Es demasiado difícil. Sería un proceso demasiado lento.

Lo que a Cameron le gustaría conseguir es que la Cámara de los Comunes pueda vetar las leyes de la UE. Pero no lo va a conseguir. Los otros 27 parlamentos exigirían lo mismo. Y entonces la UE correría el riesgo de quedar paralizada. El Gobierno británico quiere que se elimine del tratado la cláusula que establece que el propósito de la UE es avanzar hacia "una unión cada vez más estrecha", un manifiesto federalista dedicado a los euroescépticos, o al menos que se exima al Reino Unido de cumplirla.

Los dirigentes más pragmáticos, como Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, que será un mediador crucial en las negociaciones, quizá estén dispuestos a llegar hasta ahí, pero tendrán que hacer muchas componendas.

Para Cameron, la inmigración y la libertad de circulación son cuestiones fundamentales, porque el Gobierno británico quiere encontrar una forma de reducir legalmente las prestaciones y los subsidios al alcance de los ciudadanos de la UE en su territorio.

Últimamente, lo que se oye decir a Tusk, Jean-Claude Juncker en la Comisión y otros altos responsables es que la libertad de circulación es sagrada, por supuesto, pero que no debe servir de excusa para aprovecharse de las prestaciones, que no puede haber un "turismo de seguridad social", como dijo Jyrki Kaitanen, vicepresidente de la Comisión, la semana pasada.

La realidad sigue siendo la misma. Lo que ha cambiado es la política.

Cameron puede conseguir alguna cláusula que le permita negar prestaciones de desempleo a los inmigrantes de la UE y compensaciones para los trabajadores con salarios bajos, por ejemplo en forma de créditos fiscales. No obstante, será un acuerdo difícil de vender. En teoría, todos los ciudadanos de la UE son iguales. Esa situación sería discriminatoria y se puede decir que crearía dos clases de ciudadanos en la Unión, así que habrá resistencia. Además, las concesiones no se harán en un solo sentido, sino que habrá cierta reciprocidad.

El objetivo de Tusk en las negociaciones es lograr un acuerdo global que "reforme" la UE y encaje algunas prioridades de los británicos de una manera que todo el mundo pueda tolerar. Ya está en marcha una negociación de 18 contra uno en Europa, la de la eurozona contra Grecia. Y está yendo mal, cada vez con más posibilidades de acabar en desastre y que Grecia se vaya o, al menos, abandone la moneda única.

Si Cameron se encuentra con una negociación de 27 contra uno, será una mala estrategia con muchas probabilidades de un mal resultado. En Europa no hay prácticamente nadie que lo desee. Saben que la salida del Reino Unido será mucho peor que la de Grecia.

POTUS orders: el "submarino amarillo" debe permanecer en aguas europeas (sic transit gloria mundi)

"El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha solicitado este jueves a Reino Unido que permanezca integrado en la Unión Europea (UE), después de que el primer ministro, David Cameron, haya planteado un referéndum en este sentido para 2017. Obama ha asegurado que su presencia en el proyecto común "da una mayor confianza sobre la fuerza de la unión transatlántica""… Obama pide a Reino Unido que permanezca en la Unión Europea (lavanguardia.com – 24/7/15)

En una entrevista concedida a la cadena de televisión británica BBC, el mandatario ha resaltado que la UE "ha hecho que el mundo sea más seguro y más próspero", al tiempo que ha sostenido que Reino Unido es "el mejor socio" de Estados Unidos por su voluntad de proyectar el poder "más allá de sus propios intereses para hacer de este mundo un lugar más seguro y ordenado". En este sentido, ha descrito al primer ministro británico, David Cameron, como "un socio increíble", felicitando a Londres por cumplir el objetivo dela OTAN de alcanzar el gasto del dos por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en defensa…

– El callejón sin salida del corbynismo (Project Syndicate – 30/9/15) Lectura recomendada

Santiago.- América Latina tiene un nuevo producto de exportación: la reacción populista. Primero arribó a las cálidas y receptivas costas del Mediterráneo para nutrir el apoyo a Syriza en Grecia y a Podemos en España. Ahora ha llegado al Reino Unido.

A quienes conocen América Latina les resultará conocido el corbynismo, la ideología de Jeremy Corbyn -miembro del parlamento británico que admira a Hugo Chávez, justifica la invasión de Ucrania por parte de Putin, y ahora el líder del venerable Partido Laborista. El corbynismo propugna el financiamiento monetario de los déficits fiscales (que ahora se llama "relajación cuantitativa del pueblo"), la nacionalización de las industrias (empezando por los ferrocarriles), y el fin de la competencia y de la prestación de servicios públicos por privados. Estas son posturas que el ex Primer Ministro Tony Blair y sus simpatizantes pensaban -equivocadamente, al parecer- que habían consignado al basurero de historia.

Por supuesto que este nuevo populismo (compartido por Bernie Sanders, el rival de Hillary Clinton) tiene mucho de qué alimentarse. Como lo ha enfatizado Martin Wolf, la crisis financiera de 2008-2009 hizo que muchos votantes se enojaran -y con razón- con "los codiciosos plutócratas y sus lacayos en la política y los medios". El premio Nobel Paul Krugman (quien a veces parece corbynista, pero no lo es) y Wolfgang Munchau subrayan que la izquierda moderada en Europa perdió apoyo popular por estar demasiado dispuesta a aceptar la versión extrema de austeridad fiscal exigida por Alemania y sus aliados de corte ortodoxo.

Pero tener ira no es lo mismo que tener razón. Los nuevos populistas europeos están transformando una frustración legítima en un conjunto errado de políticas que sólo puede generar más frustración. Los latinoamericanos aprendimos esto de manera dolorosa hace décadas. Y es posible que los europeos (y quizás los estadounidenses) estén a punto de pasar por lo mismo.

Tres confusiones conceptuales hacen que el corbynismo vea temas cruciales de manera completamente equivocada.

El mercado de las papas no es igual al mercado de los créditos. En efecto, los banqueros son codiciosos. Y, en efecto, los mercados financieros necesitan supervisión y regulación. Pero lo que es válido para los mercados financieros, no lo es necesariamente para otros mercados.

Una transacción en el mercado de las papas sucede solamente en un momento del tiempo: la compradora entrega su dinero, el vendedor entrega sus tubérculos, y se acabó. En contraste, una transacción financiera se realiza a través del tiempo: el deudor recibe el dinero hoy y promete pagarlo dentro de un mes, un año, o una década. Esto hace que el ámbito financiero sea especialmente susceptible a sinvergüenzas y estafadores. Y porque las expectativas y la confianza relacionadas con eventos futuros desempeñan un papel crucial, los gobiernos deben, al igual que Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, estar preparados para hacer "lo que sea necesario" a fin de estabilizar los mercados financieros.

Como lo señaló hace mucho tiempo el gran economista cubano-argentino-estadounidense Carlos Díaz-Alejandro, el peligro de la bancarrota no impone disciplina en los mercados financieros. Cuando los bancos se meten en problemas, los gobiernos siempre los salvan o quisieran haberlo hecho (recordemos el caso de Lehman Brothers). La regulación debe proporcionar la disciplina que los propios mercados no pueden lograr.

Pero los simpatizantes del corbynismo se equivocan cuando infieren que los males de los mercados financieros contagian a todos los otros mercados, todo el tiempo. Ningún país, sea rico o pobre, necesita una Junta Supervisora de la Papa, con nuevas y ampliadas atribuciones para regular.

Ser keynesiano es magnífico -pero durante ambas mitades del ciclo. En efecto, los economistas ortodoxos de origen teutónico (en su mayor parte) venden una receta para la política fiscal que es letal. Cuando la economía está en auge, afirman, se debe reducir el gasto (o, aumentar los impuestos, si todo lo demás fracasa) para disminuir la demanda. Cuando la economía cae en picada, también se debe reducir el gasto para restaurar la confianza y reactivar la inversión. Para algunas economías europeas, esta receta ha sido causa de recesiones innecesariamente prolongadas.

Pero esto no implica, como creen los corbynistas, que un gran déficit presupuestario y un fuerte endeudamiento, sean inofensivos. Por el contrario, cuando las deudas se vuelven insostenibles y a los gobiernos no les queda otra opción que cerrar hospitales y recortar pensiones, quienes sufren más son los pobres y los vulnerables.

La manera de hacer factible una política fiscal fuertemente contra-cíclica es usar reglas presupuestarias modernas. Un gobierno keynesiano moderno no duda en aumentar el gasto frente a una recesión. Sin embargo, para poder hacerlo, necesita la alta credibilidad y la baja deuda que se producen como resultado de haber ahorrado y repagado la deuda durante el auge.

Esto es lo que hicimos en Chile durante el auge del precio del cobre de 2006-2008, que produjo superávits presupuestarios de hasta ocho puntos porcentuales del BIP. Cuando Wall Street se derritió, disponíamos del margen necesario para aplicar uno de los planes anti-crisis más agresivos de los que se pusieron en práctica en el mundo. Y esto fue posible gracias a una norma fiscal rigurosa, diseñada y aplicada por gobiernos de centro izquierda.

Los fines progresistas no son iguales a los medios estatistas. La injusticia, la desigualdad y el sufrimiento, no son inevitables ni están dispuestos por Dios. Es por ello que los socialdemócratas modernos y los liberales progresistas no dudan en intentar remediar los males sociales. Pero, para ser efectivo se requiere ser agnóstico en relación a las políticas necesarias para lograr metas tan ambiciosas.

Consideremos la atención de la salud. Sistemas diferentes funcionan de manera diferente en lugares diferentes. En Gran Bretaña existe solamente un proveedor de servicios, que corre con todos los gastos: el National Health Service. En Canadá, casi todos los prestadores de servicios son privados, pero el estado financia todos los gastos. El sistema de Obama establece un mandato público para adquirir un seguro privado (con subsidios estatales para los pobres) con el fin de financiar los servicios prestados por clínicas y hospitales privados (en su mayoría).

Lo mismo vale para la educación, las pensiones, o la vivienda social. Los estados tienen razón en efectuar gastos generosos en educación; sin embargo, de las diez primeras universidades que aparecen en el ranking académico de Shanghái, siete son privadas. Los sistemas de pensiones que tienen éxito, suelen disponer de un pilar solidario (público) y un pilar contributivo (privado). Y así sucesivamente. Esto es todo muy conocido por los estudiosos de las políticas públicas modernas; no obstante, los corbynistas parecen no haberlo asimilado.

Ésa es la mala noticia. La buena noticia es que ya existen ideas que proporcionan una alternativa progresista al corbynismo sesentero. Algunas de ellas se desarrollaron en los países del mundo rico; otras, en naciones emergentes. Lo que se requiere ahora para poner en práctica estas ideas es liderazgo político -como por ejemplo, el de Matteo Renzi, primer ministro de Italia. Otros deberían imitarlo.

(Andrés Velasco, a former presidential candidate and finance minister of Chile, is Professor of Professional Practice in International Development at Columbia University's School of International and Public Affairs. He has taught at Harvard University and New York University…)

– De regreso al socialismo (Project Syndicate – 2/10/15) Lectura recomendada

Londres.- Lo notable de Jeremy Corbyn, el izquierdista que sorprendió a las clases dirigentes británicas al lograr la mayoría de los votos del Partido Laborista, no es su supuesta falta de patriotismo. Que quiera o no cantar Dios Salve a la Reina en eventos públicos parece un asunto más bien trivial. Lo notable de su tipo de izquierdismo es lo reaccionario que es.

Corbyn es un socialista a la antigua, de esos que desearían desplumar a los ricos y reestatizar el transporte y los servicios públicos. Su retórica sobre la lucha de clases sugiere un quiebre completo con la socialdemocracia tradicional.

La socialdemocracia europea de posguerra siempre fue un juego de concesiones al capitalismo. Especialmente en Inglaterra, la ideología de izquierda debió más a ciertas tradiciones morales cristianas ("más metodismo que Marx") que a ningún dogma político. Líderes laboristas como Clement Attlee, primer ministro inicial tras la Segunda Guerra Mundial, no se oponían a la economía de mercado, sino que querían regularla para que beneficiara mejor los intereses de la clase trabajadora.

Durante la Guerra Fría, la socialdemocracia fue la respuesta igualitaria de Europa Occidental al comunismo. Attlee, de hecho, era un enconado anticomunista.

En las conferencias del Partido Laborista se daba homenaje de los labios para afuera a los viejos símbolos del socialismo. Los líderes del partido cantaban la Internacional con una nostalgia lacrimosa. Y hasta que Tony Blair la quitara en 1995, la Cláusula 4 de la constitución del partido seguía prometiendo la "propiedad común de los medios de producción" y el "control popular" de la industria. (Bien podría ser que Corbyn intentara reinstaurarlo). Pero cuando se trataba del gobierno nacional se apartaba rápidamente a los socialistas ideológicos para hacer espacio a operadores más pragmáticos.

Para cuando Blair -siguiendo el ejemplo de su amigo el presidente estadounidense Bill Clinton- se convirtió en Primer Ministro con su "tercera vía", el socialismo parecía estar muerto y enterrado. Clinton y Blair (que llegaron al poder después de que esa otra extraña pareja angloamericana, Ronald Reagan y Margaret Thatcher, comenzara a rasgar el tejido de la socialdemocracia) hicieron concesiones inimaginables para Attlee.

La genialidad de Clinton y Blair fue combinar una preocupación genuina por los desfavorecidos con una indecorosa complacencia hacia los peces gordos de Wall Street, la City de Londres y también de algunos sitios más turbios. Blair pasaba sus vacaciones con Silvio Berlusconi, el primer ministro plutócrata de Italia. Y tras dejar sus cargos, ambos pusieron rápidamente su reputación al servicio de sus cuentas bancarias.

Se podría decir que, por transar demasiado con el capitalismo, los líderes de la tercera vía transaron consigo mismos. Esa es una de las razones que explica el que, con Corbyn, la extrema izquierda contraatacara y finalmente lograra arrebatar el poder a sus camaradas más transigentes. En especial para muchos jóvenes, Corbyn es el tan ansiado hombre de convicciones firmes, la "auténtica" voz del pueblo. Ante un socialista de verdad los socialdemócratas moderados, que nunca tuvieron posiciones muy ideologizadas, acabaron sin mucho que aducir.

¿Podría ocurrirle lo mismo a Hillary Clinton en su búsqueda de la nominación por el Partido Demócrata en las elecciones presidenciales del año próximo en Estados Unidos? ¿Podría la centroizquierda, a la que representa, perder el control del partido?

En las últimas encuestas de opinión, Bernie Sanders, su principal oponente y quien se precia con orgullo de ser socialista, se acerca a Clinton e incluso la aventaja en algunos estados. Al igual que Corbyn, irradia autenticidad y da la impresión de ser un político que dice lo que piensa, a diferencia de los políticos profesionales típicos de Washington.

Y, sin embargo, en el Partido Demócrata no existe una izquierda remotamente parecida al fanatismo de los partidarios de Corbyn. Comparado con él, Sanders es un moderado. Más importante aún, hoy al Partido Republicano le está ocurriendo lo que una facción belicosa hizo a los laboristas. De hecho, los rebeldes republicanos parecen mucho más extremos que Corbyn, para no hablar de Sanders.

El Partido Republicano está en peligro de caer en manos de fanáticos que ven las concesiones al gobernar como una suerte de malvada puñalada por la espalda. Obligar al ultraconservador John Boehner a abandonar su papel de portavoz de la Cámara por ser demasiado blando fue una declaración de guerra de los republicanos contra su propio partido. La mayoría de los aspirantes presidenciales republicanos no son sólo extremistas, sino también más reaccionarios que Corbyn.

Sus eslóganes favoritos ("Recuperar nuestro país" o "Hacer que América vuelva a ser grande") invocan un pasado en que ni el Nuevo Trato ni la ampliación de los derechos civiles perturbaban la paz de los honrados cristianos blancos. Estos republicanos de línea dura también aprecian la "autenticidad" por sobre cualquier otra cosa (y de allí el atractivo de Donald Trump). También están en franca rebelión contra los líderes de su partido, de quienes piensan que han hecho demasiadas concesiones simplemente por intentar gobernar.

Es demasiado pronto como para predecir quién ganará la nominación republicana. Es improbable, pero posible, que un candidato de línea dura como Ted Cruz o un novato con profundas convicciones religiosas como el neurocirujano Ben Carson, se hagan con el partido. Pero llegar a los altos cargos de un partido político todavía sigue siendo mucho más sencillo que ser electo Presidente de Estados Unidos. Pocos esperan que Corbyn gane las generales en Gran Bretaña, y por eso los representantes de su partido en el Parlamento están en apuros.

Por estas razones Clinton, a pesar de su campaña deslucida y la percepción popular sobre su inautenticidad, o derechamente sobre su volubilidad, probablemente acabe logrando la nominación. Lo hará no porque sus opiniones convenzan más que las de los políticos profesiones de centroizquierda del Partido Laborista, sino porque sus contendientes parecen tanto peores.

(Ian Buruma is Professor of Democracy, Human Rights, and Journalism at Bard College. He is the author of numerous books, including Murder in Amsterdam: The Death of Theo Van Gogh and the Limits of Tolerance and, most recently, Year Zero: A History of 1945)

– Por qué Reino Unido debe unirse al TTIP (El Economista – 13/10/15) Lectura recomendada

(Por Matthew Lynn)

Las playas no son doradas y el mar es más gris que azul. Las palmeras brillan por su ausencia y las cartas de los restaurantes incluyen avisos de platos demasiado picantes. Gran Bretaña no es exactamente el típico país del océano Pacífico y, sin embargo, quizá debiera unirse al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTIP) que se ha firmado por fin la semana pasada tras años de negociación.

El Reino Unido es una economía mayor que la de los demás países del TTIP salvo Japón y Estados Unidos. Los dos países mantienen una de las relaciones comerciales más intensas y antiguas del mundo, y el acuerdo comercial propuesto entre EEUU y la Unión Europea está tan empantanado en debates políticos que parece improbable que se acabe convirtiendo en ley. Un acuerdo de libre comercio entre EEUU y el Reino Unido sería sumamente beneficioso para ambas economías, y la forma más rápida de lograrlo sería que Gran Bretaña se uniera al TTIP.

El acuerdo comercial entre EEUU y los países del Pacífico, que incluye a Japón, Australia, Canadá, Vietnam, Malasia y otros, es el mayor acuerdo de libre comercio en una generación. Rebajará aranceles y barreras al comercio en una región que supone el 40% de la economía global. Las negociaciones han durado una década pero ya se ha establecido el marco, publicado finalmente hace una semana.

Consenso sobre las ventajas

Su importancia es máxima. Los economistas no suelen ponerse de acuerdo en casi nada y mucho menos en los tipos de interés, la política monetaria o la efectividad de la flexibilización cuantitativa. Sin embargo, las ventajas del libre comercio son de las pocas cuestiones en las que hay consenso. A medio plazo, el comercio enriquece a todos y sus ventajas se han demostrado una y otra vez.

Si un país como Perú o Australia puede tener libre comercio con EEUU, ¿por qué no el Reino Unido también? Ahora mismo, existe un acuerdo comercial entre EEUU y la UE en proyecto, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), pero tiene menos probabilidades de cuajar que una alianza electoral entre Hillary Clinton y Donald Trump.

El acuerdo ya va por su novena ronda de negociaciones y se enfrenta a una oposición creciente, en un continente que se ha vuelto temeroso del cambio. Los franceses nunca han tenido mucho tiempo para liberalizar el comercio pero los alemanes cada vez se muestran más hostiles a él. Se han convocado manifestaciones de repulsa multitudinarias. El Parlamento Europeo se mantiene en sus trece y la opinión pública se ha vuelto reacia. Una encuesta de Pew Research a principios de año indicaba que el 59% de los italianos y el 49% de los franceses piensan que el comercio destruye el empleo, pese a la evidencia abrumadora en contra.

Pero hay una salida del atolladero. Gran Bretaña solo tiene que unirse al TTIP o al menos firmar un acuerdo aparte de libre comercio con EEUU Ambos países se beneficiarían. Para empezar, el Reino Unido es una economía mucho más importante que cualquiera de las incluidas en el TTIP salvo Japón. Si eso beneficia a EEUU, un acuerdo con el Reino Unido, la quinta economía del mundo, valdría obviamente más. Al contrario que gran parte de la región del Pacífico, el Reino Unido es también un gran importador de bienes estadounidenses y las fábricas británicas no perjudican a la competencia de EEUU con unos precios más bajos. Ninguno de los argumentos sobre la destrucción del empleo que han hecho estancarse otros acuerdos es válido aquí. Un acuerdo comercial británico no debería encontrar pegas en el congreso.

Relación comercial

Además, la relación comercial entre los dos países es una de las más intensas y antiguas del mundo. Las empresas británicas invierten en la actualidad 15.000 millones de libras al año en EEUU y viceversa según un informe de la Heritage Foundation. EEUU ya es uno de los mayores mercados exportadores del Reino Unido, que representa casi el 9% de todo lo que el país vende fuera, y Gran Bretaña es el quinto destino de los bienes de Estados Unidos, justo detrás de Japón y ligeramente por delante de Alemania.

A eso hay que añadir, como indica el informe de Heritage Foundation, que el comercio entre los dos países debería ser complementario. El Reino Unido es un gran importador de alimentos, de los que EEUU es un gran exportador, y Gran Bretaña es gran exportadora de servicios financieros, para los que en EEUU hay un amplio mercado. Las barreras arancelarias entre el Reino Unido y EEUU se calcula que cuestan en estos momentos 10.000 millones de libras al año en comercio perdido, aunque en realidad los beneficios de un acuerdo de libre comercio entre estos países podrían ser mucho mayor que eso.

El problema, desde luego, es la Unión Europea. Según la ley europea, el Reino Unido no puede firmar acuerdos comerciales con otros países. Solo la UE puede hacerlo y debe aplicarse a todo el continente. ¿Y qué? El Reino Unido ya se ha comprometido a renegociar su membresía de la UE. De paso, podría añadir una cláusula de libre comercio con EEUU dentro de sus exigencias. Si Francia y Alemania quieren mantener las restricciones al comercio para proteger a sus agricultores, editoriales o farmacéuticas, pueden hacerlo. Eso no quiere decir que el Reino Unido no pueda firmar otros acuerdos comerciales.

De hecho, el libre comercio con Estados Unidos sería mucho más valioso para la economía británica que con las economías alicaídas de Europa. Los australianos y singapurenses están a punto de obtener acceso libre y sin restricciones al que sigue siendo el mercado único más grande y dinámico del mundo. Las empresas británicas seguirán excluidas y atadas a las economías de Italia, Grecia y Alemania, ancladas en recesión permanente o con un crecimiento muy bajo. Hace años que no tiene sentido pero a medida que EEUU sigue adelante con acuerdos de libre comercio con el resto del mundo, cada año que pasa es más descabellado. Gran Bretaña no tendrá el clima de un país del Pacífico pero no hay razón por la que no pueda mantener acuerdos comerciales.

(Matthew Lynn, director ejecutivo de Strategy Economics)

Un ejemplo que permite comprobar cómo UK está más cerca de USA que de la UE

"El Tribunal Superior de Londres ha decidido este viernes que la aplicación de servicios de transporte de viajeros de Uber no es ilegal"… Londres decreta que Uber es legal (Cinco Días – 16/10/15)

En concreto, el juez ha declarado que los taxímetros no operan de la misma manera que la aplicación, ya que no dependen de las señales de GPS ni incluyen otras características tecnológicas que utiliza la aplicación para calcular las tarifas, según ha indicado la cadena británica "BBC".

La Asociación de Conductores de Taxi con Licencia (LTDA, por sus siglas en inglés) solicitaba que el juez decretara que la aplicación actuaba como un contador y prohibiera su uso. El presidente de la asociación, Richard Massett, ha afirmado que LTDA apelará la decisión.

"Es un hecho que el "Smartphone" funciona exactamente de la misma forma que un taxímetro. Calcula la tarifa por el tiempo empleado y la distancia cubierta, y así está realizando la misma función", ha apuntado Massett, de acuerdo con el medio británico.

Por su parte, la compañía propietaria de la aplicación ha celebrado la decisión del Tribunal Superior de Londres. "Esta es una victoria del sentido común y significa que no tendremos que hacer cambios innecesarios en la forma en que funciona Uber a día de hoy", ha indicado la compañía en un comunicado.

La compañía ha indicado que "no tienen sentido" las propuestas de prohibición de la aplicación, como una espera obligatoria de cinco minutos incluso si el coche se encuentra en la misma calle que el usuario o una prohibición en los monitores de los coches cuando el usuario abre la aplicación.

"Entendemos que los conductores de las "cabinas negras" estén sintiendo la presión de servicios como Uber, pero la respuesta está en reducir las molestas regulaciones a estos vehículos, no introducir nuevas normas para toda una industria", ha señalado la compañía.

Uber ha asegurado que "todo el mundo está de acuerdo en la necesidad de reglas que protejan la seguridad de los pasajeros y la elección de los consumidores", pero que las propuestas de Transport for London, el cuerpo oficial responsable de esta materia en la capital británica, "no tienen sentido".

El resultado de algunas encuestas es extremadamente peligroso

"El sentimiento euroescéptico en las calles de Reino Unido es cada vez mayor. El 60% de los ciudadanos quiere ahora salir del bloque. Solo una reforma consistente les haría cambiar de opinión"… Las "no" reformas que Reino Unido exige para quedarse en la Unión Europea (El Confidencial – 16/10/15)

En cuestión de meses, el Reino Unido podría abandonar la Unión Europea. El sentimiento euroescéptico en la calle es cada vez mayor. El 60% de los ciudadanos quiere ahora salir del bloque. Solo una reforma consistente les haría cambiar de opinión. Hasta ahora, el "premier" David Cameron era reacio a mostrar su cartas, pero finalmente se ha comprometido a poner por escrito sus exigencias en una misiva que a principios de noviembre dirigirá al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.

La pregunta es: ¿lo que intenta vender como reformas son concesiones que ya existen en el tratado?

Los rotativos ya han ido filtrando documentos con los puntos que se quieren poner sobre la mesa. Y aunque el de "evitar una mayor integración" es uno de los asuntos que más titulares acaparan, la idea de querer centralizar el poder para reemplazar la soberanía de los estados miembros es simplemente "un mito". John Ryan, profesor en la London School of Economics y experto en la UE, explica que a "lo largo de los últimos 20 años se han dado garantías" al Reino Unido para que esto no le supusiera un problema.

"Están establecidas en los artículos 4 y 5 del propio tratado", aclara. "Los procedimientos de la UE requieren la aprobación del Consejo (donde están representados los gobiernos nacionales de los 28 estados miembros a través de sus ministros) para tomar cualquier acción legislativa", añade.

Según el experto, a lo largo de la historia, la UE "siempre se ha acomodado en este sentido a los deseos británicos", pero los euroescépticos utilizan el término de "una unión mayor" como amenaza. "La eurozona sí necesita integrarse para sobrevivir. Pero esto no afectaría al Reino Unido", señala. "Y aunque el Gobierno sostiene que los países que no comparten la moneda común podrían quedar marginados, el peso de lo que la UE hace se mantiene a nivel de toda la Unión: el mercado único y la legislación al respecto, que engloba desde los programas de investigación y desarrollo al intercambio de estudiantes. El Reino Unido solo quedará marginado si se margina a sí mismo", recalca.

Por otro lado está la cuestión migratoria, emblema del partido euroescéptico UKIP que, en las elecciones del pasado mes de mayo, consiguió ser la tercera fuerza política más votada.

Al respecto, Ryan asegura que la mayoría de los migrantes que llegan al país son extracomunitarios. "Dentro del bloque, hay casi tantos británicos en otros estados miembros como europeos viviendo en el Reino Unido. Estos últimos pagan un tercio más en impuestos de lo que reciben conjuntamente en subsidios y servicios. Y en cuanto a los subsidios, hay que recordar que ya bajo la ley actual, los comunitarios que llegan al Reino Unido no tienen derecho inmediato a reclamar las prestaciones por desempleo y deben demostrar que o bien vienen con trabajo o son capaces de mantenerse a sí mismos sin suponer una carga para el erario público. Si vienen simplemente para reclamar ayudas estatales, el tribunal europeo acaba de confirmar que no tienen derecho a recibirlas", explica.

En cuanto a la exigencia de un nuevo sistema de "tarjeta roja" para "recuperar poder que se ha transferido a Bruselas" -el cuarto punto recogido en los documentos publicados por los medios-, el experto matiza que, "bajo los procedimientos existentes, los parlamentos nacionales pueden oponerse a las propuestas de la Comisión Europea sobre la base de que van más allá de las competencias de la UE", lo que está establecido como "principio de subsidiariedad".

¿Cuáles son, por tanto, los cambios que se quieren negociar con Bruselas? "Al final todo se traduce en un mensaje para la opinión pública", contesta Ryan. "A la gente de la calle, que no sigue tan al detalle todo esto y que obviamente no se va a leer con detenimiento los tratados, hay que convencerla de que se han conseguido una serie de reformas", añade. "La UE siempre ha supuesto un problema para el Partido Conservador. Con este referendo se quiere zanjar el asunto, pero es extremadamente peligroso porque hay una posibilidad de que los ciudadanos opten por la salida. Y tenemos que pensar en las consecuencias que esto podría desencadenar, tanto para el Reino Unido como para la UE", matiza.

Ryan entiende que el mutismo mostrado hasta ahora por parte de Downing Street esté exasperando al resto de líderes europeos. Pero remarca que la situación del primer ministro es "extremadamente difícil" porque cabe la posibilidad de que miembros de sus propias filas le echen en cara que "realmente no ha conseguido nada".

Ben Harris-Quinney, concejal "tory" en el Ayuntamiento de East Herts, es uno de ellos. "Cameron siempre ha destacado por ser un hombre que no muestra sus cartas hasta el último momento. Ya pasó con el referendo de Escocia. Seguramente ya haya llegado a algún acuerdo con figuras de la talla de Hollande o Merkel. Pero lo dejará para el final", explica a este diario.

"Está claro que el plato fuerte de la inmigración será el conejo que sacará en último momento de la chistera. Merkel, por ejemplo, le apoya con el tema de los subsidios. Pero eso no lo dirá hasta el final", matiza. "En su discurso de Bloomberg (considerado por los expertos como una declaración de intenciones) no hizo mención al respecto. Tampoco se menciona la inmigración en el documento publicado el domingo por "Telegraph". Pero es vox pópuli que ya habrá negociado sobre el asunto", añade.

Según Harris, el sentimiento que hay dentro de la formación es "euroescéptico" y considera que hay "muchas posibilidades" de que el resultado del referendo desemboque en una "Brexit". "La mayoría de los miembros del Partido Conservador somos euroescépticos y también lo son la mayoría de los diputados. Ahora bien, muchos apoyarán la campaña por la permanencia porque miran por sus propias carreras. Estamos en un momento de cambio. Cameron no se presentará a unos terceros comicios y muchos buscan hacerse un hueco en el Gabinete del próximo líder", revela.

Para los euroescépticos, según Harris, no habrá reforma posible que les haga cambiar de opinión. "No pueden prometernos garantías de que no habrá una mayor integración política, por lo que la salida es la única alternativa. Eso sí, si salimos de la UE nos tenemos que unir a otro bloque comercial", explica. En este sentido, sugiere tres opciones: seguir el modelo noruego (que no pertenece a la UE, pero sí al espacio económico europeo), unirse al NAFTA (tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México) o reformar la Commonwealth transformándola en un mercado único.

– Brexit, un escenario tan cercano como… improbable (El Confidencial – 20/10/15) Lectura recomendada

La salida de Reino Unido de la Unión Europea vuelve a estar encima de la mesa en lo que promete ser otro apasionante capítulo del proceso de destrucción europea

(Por S. McCoy)

Es el especial de esta semana en "The Economist".

Brexit como posibilidad. La salida del Reino Unido de la Unión Europea como algo más factible de lo que se podía descontar hace meses.

Agotados como estamos de los sucesivos eventos críticos que han acaecido desde el inicio de la crisis financiera, nos cuesta asumir como potencial algo de tanto calado como esto.

Y, sin embargo, está ahí.

No en vano David Cameron se ha comprometido a celebrar un referendo sobre el particular en la primera mitad de su mandato, lo que sitúa necesariamente la consulta antes del final de 2017.

En la medida en que la proporción entre partidarios del "sí" y del "no" convergen, se hace más perentorio para el primer ministro británico acudir al plebiscito con algo bajo el brazo, esto es: unas condiciones mejoradas de su pertenencia a la UE.

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(vía HSBC)

Algo difícil de obtener.

No parte el conservador desde una posición de fuerza.

No en vano, el papel que juega la City en la economía de las islas es lo suficientemente relevante como para, uno, no poner en juego su continuidad a futuro convirtiéndola en un centro financiero "offshore", ajeno a la regulación imperante en la zona euro, y dos, mantener durante mucho tiempo un clima de incertidumbre que afecte a su evolución en el futuro. De ahí que, cuanto más retrase la votación, peor. El Consejo Europeo de este diciembre es situado por algunos analistas como la fecha de inicio del proceso.

En el otro lado de la mesa de negociación, además, se va a encontrar con el desgobierno europeo habitual que nace de la falta de liderazgo. Un grupo de dirigentes que, si les ha costado llegar a acuerdos sobre Grecia, no queremos ni pensar lo que puede pasar con una cuestión del calado de esta. Proteger adicionalmente los intereses de un Estado que mantiene su propia moneda y autonomía, con la flexibilidad que eso conlleva, sería además difícilmente justificable en los propios predios. Sobre todo cuando lo que se quiere es dar un impulso adicional a la convergencia.

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Pero no le va a quedar a Cameron más remedio que intentarlo si quiere llevarse el gato al agua.

No solo la presión a derecha e izquierda del electorado local, con Nigel Farage y Jeremy Corbyn respectivamente, es tremenda -si bien este último es partidario de permanecer en la UE, no se alinea con las políticas comunitarias-, sino que tampoco están mucho mejor las cosas entre sus propios diputados, muy conectados con su votante gracias al régimen de representación por circunscripción. Son más a día de hoy los "tories" que se inclinan abiertamente por un abandono de los socios continentales que los que no.

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(vía HSBC)

Además, no hay que olvidar que la ruptura podría dar alas a un nacionalismo escocés atemperado de momento.

Será en la gestión de expectativas, en el difícil equilibrio entre promesas y concreciones, entre peticiones y concesiones, donde el inquilino del número 10 de Downing Street se juegue finalmente el todo o nada. Hacia dentro y hacia fuera.

Y no es menor el envite a asumir por la UE, ni mucho menos.

El Brexit amenazaría con convertirse en un nuevo callejón sin salida para unos, peticionarios de la Luna (estar sin estar pero seguir como si estuvieran estando), y para los otros, expertos de la parálisis por el análisis, si no fuera por el compromiso de referendo del primer ministro, que obliga a todos a poner en marcha el precario juego de intereses particulares y colectivos. Sin apoyo hay ruptura; con él, imposibilidad de avanzar por la senda común. Como siempre, se acabará imponiendo la teoría del mal menor.

Al tiempo.

Sea como fuere, no gana Europa para disgustos, la verdad. Cuanto más unida pretende estar, más se destruye.

Seísmo en Europa por la crisis migratoria (y acelerón del Brexit): ¿tormenta perfecta?

"Ataques con arma blanca contra políticos alemanes responsables de la acogida de refugiados, ascenso de la derecha en Suiza, respaldo de Merkel a la adhesión de Turquía a la UE si impide el paso a los refugiados, un posible acelerón del Brexit… la crisis migratoria ha desatado un auténtico terremoto político en Europa. La llegada de miles de solicitantes de asilo no solo es utilizada por la ultraderecha para conseguir sus fines políticos y blindar las fronteras, también amenaza con dividir la política y las sociedades del Viejo Continente"… Impulso al Brexit y adhesión de Turquía: los refugiados desatan un terremoto político (El Confidencial – 20/10/15)

"Estamos de acuerdo en dinamizar el proceso de Turquía para su adhesión a la Unión Europea", manifestó Angela Merkel el 18 de octubre (2015) desde la sala de recepciones del palacio otomano Yildiz. En un intento desesperado por contener el flujo de refugiados hacia Europa, la canciller alemana acudió hasta Estambul para reunirse con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Allí, se mostró dispuesta a hacer varias concesiones para frenar la oleada migratoria, como eliminar las restricciones de visados a ciudadanos turcos o reabrir algunos capítulos para la entrada de Turquía en la UE.

Desde hace años, Merkel es una clara opositora a la entrada de Turquía en el bloque. El proceso está paralizado por diversas cuestiones, entre ellas, las discrepancias en derechos democráticos, el riesgo de migraciones desde el Este, temas culturales o la gran extensión del país, que supondría un fuerte impacto en el Consejo Europeo. Unos y otros saben que las ambiciones europeístas de Turquía no son factibles a corto plazo, pero Erdogan se apuntaría un logro si consiguiera, a dos semanas de las elecciones, una de sus exigencias clave: la libre circulación de sus ciudadanos en el espacio Schengen.

"Nosotros solos no resolveremos el problema", declaraba la canciller en una rueda de prensa junto al primer ministro turco, Ahmet Davutoglu. Los líderes europeos buscan presionar políticamente al país-bisagra entre Oriente Medio y el Viejo Continente para que los refugiados se queden en territorio turco y "no corrompan el confort europeo", según escriben analistas turcos, como Yavuz Bayda, en la prensa nacional. Algunos políticos, como el portavoz del partido AKP, Omer Celik, han dicho que el caso no debería depender de "un soborno político".

Para impulsar el pacto, que todavía no se ha cerrado, Europa prepara la concesión a Turquía de 3.000 millones de euros en ayuda financiera, con los que Ankara debería mejorar las condiciones de vida de los refugiados. Fue precisamente la escasez de recursos en los campos de acogida uno de los factores que han provocado la estampida hacia Europa. Desde hace años, el Gobierno turco impulsó un programa de asistencia médica, educativa y alojamiento para quienes huían de la guerra. En la actualidad, dos millones de asilados viven en el país. Un gesto que fue tildado de paternalista, pero que ahora es baza de negociación en las conversaciones con Europa.

En Suiza, la reciente corriente anti-inmigración ha tenido su reflejo en las elecciones del 18/10/15. El Partido del Pueblo Suizo, una agrupación conservadora nacionalista, ha sido la lista que ha recibido mayor número de votos. El resultado, un 29,4% del total, muestra un incremento de 2,8 puntos con respecto a los pasados comicios de 2007. Los resultados son provisionales, todavía queda la segunda vuelta, pero señalan una clara tendencia a la derecha. El futuro Gabinete suizo se alejaría de la centralidad en la que se ha movido en las últimas décadas.

Suiza no ha recibido gran cantidad de solicitudes de asilo en los últimos meses (el departamento de Inmigración espera 29.000 a final de este año), pero los extranjeros componen el 24% de la población. Es por esto que la comunidad nacional se ve amenazada por la ola migratoria, que ha reavivado sentimientos xenófobos. Durante toda la campaña electoral, el SVP (Partido del Pueblo Suizo, por sus siglas en inglés) habló del "caos de asilo" ante la llegada masiva de refugiados. También, su vicepresidente, Christoph Blocher, llegó a afirmar que "el espacio Schengen es inviable".

Los resultados, según los analistas, son un indicador de lo que podría suceder en otros países de Europa en los próximos meses. Unos estados que deberán afrontar las dificultades económicas y sociales al tratar de integrar a miles de nuevos ciudadanos procedentes de otros países. El año 2014, el SVP pidió la convocatoria de un referendo para limitar el número de inmigrantes en el país. Sin duda, este movimiento le enfrentó con Bruselas, al intentar suprimir uno de los principios de la UE: la libre circulación de personas.

Pero ¿puede la masiva llegada de refugiados provocar la fragmentación de Europa? Para algunos, la respuesta es afirmativa. En Reino Unido, de hecho, podría motivar su definitiva salida de la UE. Lo advierte el grupo bancario británico HSBC, que considera "la crisis de inmigración" el "problema central" del Brexit. "Tras la crisis (de los refugiados) las encuestas muestran un aumento de apoyo a la salida de la Unión Europea", asegura Liz Martins, una economista del grupo, en un comunicado distribuido a la prensa. "La inmigración es un asunto clave en la marcha de Reino Unido, de quienes abogan por permanecer (el 49%, según HSBC), el 22% dice que cambiaría de opinión si la cuestión migratoria continúa".

La saturación de solicitudes en suelo británico podría alimentar las tendencias separatistas que en los últimos meses han ido ganando apoyos. Los partidos euroescépticos culpan a la reciente ola migratoria de los problemas del país y ven su salida de Europa como una manera de blindarse ante la llegada de más personas. Uno de los parlamentarios del Ukip (Partido de la Independencia de Reino Unido), Mike Hookem, asegura "que el 90% de los solicitantes de asilo son, en realidad, inmigrantes económicos". Además, los relaciona directamente con el alto crimen y declara que la situación en Calais está "fuera de control".

La calurosa bienvenida que Alemania ofertó a los refugiados podría tener efectos negativos a nivel interno. La llegada de más de 800.000 solicitantes de asilo al país para finales de 2015, según estimaciones, tendrá inevitables consecuencias en la política y en la vida social de los germanos. Recientemente, han aumentado los ataques a centros de asilo así como a políticos que defienden las medidas de acogida. El último tuvo lugar el 17/10/15, cuando un hombre apuñaló a la candidata a la alcaldía de Colonia, responsable de la recepción de refugiados en su ciudad. El agresor, un desempleado de 44 años, resultó ser un antiguo militante del partido neonazi.

No es un hecho aislado. En los últimos meses se han producido más de 200 ataques de la ultraderecha. La preocupación ha llegado hasta el Gobierno: el ministro del Interior, Thomas de Maisiére, ha relacionado la crisis migratoria con "la crispación creciente que se respira en el país". Grupos islamófobos como PEGIDA (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) ven en auge sus tasas de afiliación. El 19/10/15 convocaron una manifestación en Dresde por la conmemoración de su primer aniversario y acudieron cerca de 14.000 asistentes. Se produjeron varios ataques a periodistas. Semanas pasadas, los manifestantes de la misma agrupación portaban horcas junto a carteles en los que se leía: "Reservadas para Angela Merkel".

Ataques contra políticos alemanes, ascenso de la derecha en Suiza, concesiones de peso de la canciller a Turquía, un posible acelerón del Brexit… la crisis migratoria ha desatado un seísmo que bate Europa.

Segunda "vuelta de rosca" de los EEUU (UK debe estar "embedded" en la UE)

"Reino Unido no tendrá un acuerdo especial de comercio con EEEUU si deja la UE y se convertirá en un país con barreras arancelarias como las que actualmente tiene China"… Golpe de Estados Unidos a la campaña del Brexit (Expansión – 29/10/15)

Los partidarios del Brexit -como se conoce a la campaña que apoya la salida de Reino Unido de la Unión Europea- han recibido un duro revés al escuchar que Estados Unidos dejará de ver a la isla como un aliado comercial del primer nivel. El secretario de comercio estadounidense, Michael Froman, ha asegurado que si Reino Unido deja la UE no tendrá un acuerdo especial con Estados Unidos, sino que se convertirá en un país con barreras arancelarias como las que actualmente tiene China. Estas declaraciones suponen los primeros comentarios oficiales que un alto mando americano realiza sobre este asunto, justo cuando las encuestas en Reino Unido muestran un aumento de los partidarios de abandonar el mercado común europeo.

"Está claro que Reino Unido tiene una voz más fuerte en temas comerciales siendo parte de la UE, siendo parte de una gran entidad económica", señaló Froman a Reuters. "No nos gustan particularmente los acuerdos bilaterales. Creamos plataformas a las que las naciones pueden unirse al cabo de un tiempo", añadió. Si Reino Unido se va, se enfrentará a las mismas tarifas y barreras que sufren ahora mismo otros países, como sucede con China, explicó el político. "No tenemos un acuerdo bilateral con Reino Unido, así que estará sujeto a las mismas tarifas y medidas que ahora mismo tienen China, Brasil o India".

Las duras declaraciones de Froman echan por tierra los argumentos de quienes aseguraban que Reino Unido podría prosperar en solitario, firmando acuerdos bilaterales con sus principales socios comerciales. El portazo de Estados Unidos muestra que el camino en solitario no sería tan sencillo de llevar a la práctica.

Estados Unidos es el principal aliado comercial de Reino Unido, tras la Unión Europa. En 2014, los americanos compraron bienes británicos por valor de 35.000 millones de libras. Si Reino Unido no está dentro de la UE y, por tanto, no se beneficia de las alianzas en temas comerciales, los coches de marcas como Jaguar Land Rover tendrían un impuesto adicional del 2,5%, lo que les haría perder atractivo frente a otros competidores alemanes o franceses. Estados Unidos es el segundo importador de coches británicos del mundo.

La batalla de la Triple A: esto sí que puede doler en el "bolsillo" de la City

"La calificación crediticia del Reino Unido ha sido impecable en las últimas décadas. Standard & Poor"s ha mantenido la triple "A" sobre la deuda soberana de este país desde 1978, sin embargo, ahora amenaza con reducir en dos escalones su calificación si deja la Unión Europea"… Si el Reino Unido rompe con la UE podría perder la triple A que mantiene desde 1978 (El Economista – 29/10/15)

Así lo ha asegurado Moritz Kraemer a Reuters. Según ha explicado este economista, jefe de rating en la agencia de calificación, el Reino Unido vería reducida su nota automáticamente si el resultado del referéndum es un "sí" a abandonar el área económica.

Pero además, si las relaciones con Bruselas se deterioran la agencia podría reducir un escalón más la nota soberana del país. Si los votantes deciden dejar la UE, "deberíamos prever que el Reino Unido probablemente abandonaría a medio plazo el área económica europea, por lo que reduciríamos en un escalón como mínimo la nota del país. La bajada podría ser superior dependiendo de las circunstancias y de las futuras relaciones entre el Reino Unido y la UE".

Además, otro problema añadido es el del independentismo escocés, puesto que su Gobierno ha asegurado que un "Brexit" (salida del Reino Unido de la UE) podría incrementar los deseos de independencia escoceses. Sería necesario realizar otro referéndum más para que los escoceses decidan su futuro ante el nuevo marco de relaciones.

Una encuesta realizada a principios de octubre muestra que el 39% de los británicos apoyaría una salida de la Unión Europea, el dato más elevado desde 2012. El apoyo de los británicos a permanecer dentro de la UE ha caído en los últimos tiempos ante la llegada de europeos a las islas. Reino Unido cuenta con una de las tasas de paro más bajas de la UE, lo que ha motivado que muchos ciudadanos de otros Estados del área económica hayan optado por emigrar al Reino Unido.

– La política distópica de Europa (Project Syndicate – 29/10/15) Lectura recomendada

Tokio.- La reciente victoria del conservador Partido de la Ley y la Justicia en Polonia confirma una tendencia reciente en Europa: el acenso del capitalismo de Estado iliberal, encabezado por populistas derechistas autoritarios. Se puede llamar Putinomía en Rusia, Órbanomía en Hungría, Erdoganomía en Turquía o un decenio de Berlusconomía, de la que Italia aún no se ha recuperado. Pronto veremos sin lugar a dudas la Kaczýnskinomía en Polonia.

Todas ellas son variaciones del mismo tema discordante: un dirigente nacionalista llega al poder cuando el malestar económico da paso a un estancamiento crónico y persistente. Ese autoritario democráticamente elegido empieza después a reducir la libertad política mediante un control férreo de los medios de comunicación, en particular la televisión. Después (hasta ahora siempre han sido hombres, si bien Marine Le Pen, de Francia, encajaría en ese modelo, si alguna vez llegara al poder) aplica un programa opuesto a la Unión Europea (cuando el país es miembro de ella) u otras instituciones de gobernación supranacional.

También se opondrá al libre comercio, la mundialización, la inmigración y la inversión extranjera directa, mientras que favorecerá a los trabajadores y las empresas nacionales, en particular las de propiedad estatal y las privadas y a los grupos financieros con vínculos con los ocupantes del poder. En algunos casos, partidos nacionalistas claramente racistas apoyan a semejantes gobiernos o aportan un carácter aún más autoritario y antidemocrático.

Desde luego, semejantes fuerzas no están aún en el poder en la mayor parte de Europa, pero están volviéndose populares casi en toda ella: el Frente Nacional de Le Pen en Francia, la Lega Nord de Matteo Salvini en Italia y el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) de Nigel Farage consideran el capitalismo de estado iliberal de Rusia un modelo y a su Presidente, Vladimir Putin, un dirigente merecedor de admiración y emulación. También en Alemania, los Países Bajos, Finlandia, Dinamarca, Austria y Suecia la popularidad de los partidos de derecha populistas anti-UE y antiemigrantes van en ascenso.

La mayoría de dichos partidos suelen ser conservadores socialmente, pero sus políticas económicas -antimercado y basadas en el temor de que el capitalismo liberal y la mundialización erosionen la identidad nacional y la soberanía- tienen muchos elementos en común con partidos populistas de izquierda, como, por ejemplo, Syriza en Grecia (antes de su capitulación ante sus acreedores), Podemos en España y el Movimiento Cinco Estrellas de Italia. De hecho, del mismo modo que muchos partidarios de partidos izquierdistas radicales en el decenio de 1930 dieron un giro de 180 grados y acabaron apoyando a partidos autoritarios de derecha, las ideologías económicas de los partidos populistas actuales parecen converger de muchas formas.

En el decenio de 1930, el estancamiento y la depresión propiciaron el ascenso de Hitler en Alemania, Mussolini en Italia y Franco en España (entre otros autoritarios). El tipo actual de dirigentes iliberales puede no ser aún tan políticamente virulento como sus predecesores del decenio de 1930, pero su corporativismo y su estilo autárquico son similares.

El resurgimiento del populismo nacionalista no es de extrañar: el estancamiento económico, el elevado desempleo, la desigualdad y la pobreza en aumento, la falta de oportunidades y los miedos a los migrantes y a las minorías que "roban" puestos de trabajo e ingresos han dado un gran impulso a esas fuerzas. La violenta reacción contra la mundialización -y la más libre circulación de bienes, servicios, capital, mano de obra y tecnología que la acompañan- que ha surgido ahora en muchos países es también una bendición para los demagogos iliberales.

Si el malestar económico se vuelve crónico y el empleo y los salarios no aumentan pronto, los partidos populistas pueden estar más cerca del poder en más países europeos. Peor aún: la zona del euro podría volver a estar en riesgo y una posible salida de Grecia causaría un efecto de dominó que con el tiempo provocara una ruptura de la zona del euro. O una salida de Gran Bretaña de la UE puede desencadenar una desintegración europea, con los riesgos suplementarios representados por el hecho de que algunos países (el Reino Unido, España y Bélgica) estén en riesgo de desmembrarse.

En el decenio de 1930, con la Gran Depresión llegaron al poder regímenes autoritarios en Europa e incluso en Asia y al final acabó en la segunda guerra mundial. El resurgimiento actual de regímenes y dirigentes de capitalismo de Estado iliberal no está próximo a instigar una guerra, porque los gobiernos de centro derecha y centro izquierda aún comprometidos con la democracia liberal, políticas económicas ilustradas y sistemas del bienestar sólidos siguen gobernando en la mayor parte de Europa, pero el tóxico caldo del populismo que está cobrando fuerza ahora podría aún abrir la caja de Pandora y desencadenar consecuencias impredecibles.

Esa ola en ascenso de iliberalismo hace que la tarea de evitar la ruptura de la zona del euro revista una importancia aún más decisiva, pero, para lograrlo, serán necesarias políticas macroeconómicas y estructurales que impulsen la demanda agregada, la creación de empleo y el crecimiento, reduzcan la desigualdad de renta y de riqueza, brinden una oportunidad económica a los jóvenes e integren, en lugar de rechazar, a los refugiados y a los migrantes económicos. Sólo unas políticas audaces pueden detener el deslizamiento de Europa hacia el estancamiento persistente y el populismo nacionalista. La clase de timidez observada en los cinco últimos años no hará sino aumentar los riesgos.

Si no se actúa decisivamente ahora, acabará produciéndose el fracaso del Estado pacifico, integrado, mundializado y supranacional que es la UE y el ascenso de regímenes nacionalistas distópicos. Las características de esas situaciones se han reflejado en obras literarias, como, por ejemplo, 1984 de George Orwell, Un mundo feliz de Aldous Huxley y la última novela de Michel Houellebecq, Sumisión. Esperemos que sigan limitadas a las páginas impresas.

(Nouriel Roubini, a professor at NYU"s Stern School of Business and Chairman of Roubini Global Economics, was Senior Economist for International Affairs in the White House's Council of Economic Advisers during the Clinton Administration. He has worked for the International Monetary Fund…)

Duro recado a la UE (el "chantaje" de los "tenderos" -un socio "renuente"- sic)

""Tendremos que replantearnos si esta Unión Europea es buena para nosotros. Como he dicho antes, no descarto nada", declara el premier británico en un claro ejercicio de presión a la UE"… Cameron pone condiciones a la permanencia en la Unión Europea (Gaceta.es – 8/11/15)

El primer ministro británico, David Cameron, ha amenazado el 7 de noviembre (2015) con apoyar la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) si sus llamamientos de reforma "caen en oídos sordos". Así se ha expresado el premier londinense con un mensaje que acompañará la propuesta al Consejo Europeo que prevé enviar el 10/11 por carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. En la misiva, Cameron detalla sus planes de reforma para la UE que implican, entre otras cuestiones, repatriar competencias a los Estados, limitar la integración europea y restringir los derechos de los inmigrantes comunitarios.

En la carta que remitirá a Tusk, el líder conservador dice que está dispuesto a hacer campaña "con todo el corazón y el alma" a favor de la permanencia en la UE en el referéndum que convocará para antes de finales de 2017, pero solo si las condiciones son las adecuadas. Cameron expresa su "confianza" en que es posible llegar a un acuerdo que satisfaga a los 28 miembros de la UE, lo que le permitiría apoyar la permanencia en la Unión en el plebiscito porque sería "sin ambigüedades, de interés nacional".

"Si no podemos llegar a un acuerdo, y si las inquietudes del Reino Unido caen en oídos sordos -lo que no creo que ocurra-, tendremos que replantearnos si esta Unión Europea es buena para nosotros. Como he dicho antes, no descarto nada". En un intento de acotar el debate en el Reino Unido, en su mensaje advierte que quienes piensan que este país debe quedarse en la UE "a toda costa", "deberán explicar por qué el Reino Unido debe aceptar el "statu quo"", porque "esto plantea problemas".

"Habrá riesgos económicos si permitimos que exista una situación en la que potencialmente los países de la zona euro pueden gastar nuestro dinero, o en que las regulaciones europeas nos impiden comerciar y crear empleo", declara. "Y también hay riesgos considerables si permitimos que nuestra soberanía se vea erosionada por una mayor integración, o si nos quedamos de brazos cruzados sobre la insostenible cuota de inmigración a nuestro país", señala.

Pero, al igual que los partidarios de la permanencia "deben responder a preguntas serias", también deben hacerlo quienes desean "que el Reino Unido se vaya ahora": "¿Qué significaría para nuestra seguridad económica estar fuera de la UE? ¿Y para nuestra seguridad nacional?", plantea. La publicación de su carta el martes marcará el inicio de las negociaciones para la reforma de la UE, cuya conclusión marcará el debate en el referéndum del Reino Unido y determinará el sentido del voto de los británicos.

Con sus advertencias a la Unión Europea, David Cameron pretende en buena medida acallar al sector euroescéptico de su partido, que ya se ha organizado para hacer campaña a favor de una salida. El argumento de Cameron, que debe convencer también a varios de sus ministros, es que valdrá la pena quedarse en una UE reformada, pues el Reino Unido, y en particular la empresa británica, se beneficia enormemente de estar en el mercado único.

En las últimas semanas han surgido en el Reino Unido varias organizaciones de políticos y asociaciones civiles y empresariales que han mostrado su interés en hacer campaña a favor y en contra de la permanencia en la UE, entre las cuales la Comisión Electoral eventualmente elegirá los dos grandes grupos oficiales.

"David Cameron remite esta semana a Bruselas la carta que no sólo determinará su lugar en la historia británica, sino el futuro de Reino Unido. Tras meses de encuentros para intentar consensuar un mínimo común con el resto del continente, el primer ministro recogerá al fin sus propuestas para reformar el estatus de Londres en la Unión Europea en una misiva que aspira, por fin, a acabar con la denostada inconcreción británica"… Cameron acelera su apuesta por la UE de dos velocidades (El Economista – 8/11/15)

El destinatario oficial es el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, pero los verdaderos receptores se reparten entre las autoridades comunitarias y los veintisiete gobiernos con los que comparte bloque, cuya paciencia se ha debilitado ante la deriva de un debate paulatinamente enquistado en las soflamas retóricas para la audiencia doméstica. Si Cameron venía presumiendo de que Reino Unido "no está interesado en una unión más integrada", el resto de líderes tampoco están dispuestos a entregar un cheque en blanco a la segunda economía de la UE.

Pese a sus reiterados intentos de defender la "coherencia" de sus demandas, la realidad es que ni en casa, ni en Bruselas, conocen el alcance específico de sus expectativas. No en vano, más que un acto voluntario para activar al fin el proceso, la carta que en la segunda semana de noviembre (2015) envía a Tusk constituye una concesión para tratar de aplacar a compañeros de mesa que consideran el referéndum británico una distracción de los serios problemas que afectan al continente, como la crisis, el drama de los refugiados o la exacerbación de las tensiones geopolíticas.

El premier sabe que ninguna propuesta bastará para la alianza de corrientes eurófobas que pueblan Reino Unido: cualquier reivindicación que se caiga de la lista será una oportunidad para la crítica, como prueba que, hasta ahora, quienes abogan por la salida de Europa han logrado más ruido mediático.

Antes incluso de que arranquen las negociaciones oficiales en la cumbre comunitaria del próximo mes, la última del año, Cameron tendrá que afrontar acusaciones que repudiarán su debilidad, su falta de ambición política y el escarnio de haberse plegado a Bruselas. Su disimulada ambigüedad es producto del mismo cálculo de riesgos que, finalmente, lo llevará a abandonar el número 10 antes de las generales de 2020, consciente de que los efectos secundarios de la división que provocará el plebiscito sobre la permanencia supondrán una carga pesada como candidato.

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